Partiendo de que el aprendizaje no se da de la misma manera en todos, el maestro tiene dos opciones:
Ø Utilizar las diferencias que se le presentan como un potencial que trae diversos talentos al grupo y que beneficia a todos, o
Ø Tratarlas sólo de manera superficial, o ignorarlas, y perder la gran oportunidad que brinda la diversidad.
Es necesario que el maestro pueda crear en el aula una atmósfera que invite a todos a investigar, a aprender, a construir su aprendizaje, y no sólo a seguir lo que él hace o dice. El rol del maestro no es sólo proporcionar información y controlar la disciplina, sino ser un mediador entre el alumno y el ambiente y para eso debe definir con precisión los propósitos y los aprendizajes esperados previendo las estrategias más oportunas para alcanzarlos y, teniendo en cuenta los intereses, conocimientos y capacidades de sus alumnos.
Además de animar, dinamizar y facilitar el desarrollo de competencias en los alumnos. Dejando de ser el protagonista del aprendizaje para pasar a ser el guía o acompañante del alumno.
El perfil de un docente se considera adecuado cuando es capaz de atender a la diversidad del salón de clase y tomar ventaja de la riqueza que esta diversidad aporta al ambiente de aprendizaje, lo cual puede lograrse si:
Ø Se buscan y valoran los puntos de vista de los estudiantes.
Ø Las actividades del aula retan los conocimientos de los alumnos.
Ø Los maestros proponen la resolución de problemas relevantes para los alumnos.
Ø Los maestros planean sus clases en torno a grandes temas en los que los contenidos tienen relación en lugar de presentarlos fragmentados.
Ø Los maestros evalúan el aprendizaje en el contexto diario; ya que la evaluación es parte de las actividades diarias de la clase y no una actividad separada.
Esta nueva visión de la función del docente nos invita a replantear nuestra práctica y a convertir nuestras aulas en espacios de interacción donde el aprender sea posible para todos.
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